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LOS CAMBIOS DE LAS GRANDES URBES DEL SIGLO XXI

Las ciudades del siglo XXI se enfrentan a retos de urbanismo que tienen que ver no sólo con el crecimiento demográfico y la concentración urbana sino, sobre todo, con lograr que sean lugares inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles: imperativos ante los que las administraciones y la sociedad ya no pueden cerrar los ojos.

La mala gestión del tráfico, la edificación descontrolada, el aumento de la contaminación atmosférica, la acumulación de residuos…, son males que ahogan nuestras ciudades y que nos obligan a explorar una nueva forma de vivir. En 2050 habremos doblado la población urbana del mundo en comparación con la de hace 50 años. Precisamos de un cambio de paradigma radical.

Por suerte, las administraciones de algunas ciudades van un paso por delante en esta transformación y cuentan con interesantes iniciativas de desarrollo y movilidad sostenible. Bien podrían ser replicadas en otros lugares del mundo para que la vida de sus habitantes sea más cómoda y sostenible. Veamos algunas:

A 20 minutos de cualquier cosa

Uno de los grandes problemas medioambientales de las ciudades es que hay que coger el coche para casi todo. Sucede sobre todo en áreas nuevas de la periferia a las que les faltan servicios básicos que la gente necesita de manera recurrente. Para contener esta costumbre, la ciudad de Portland se ha inventado los “barrios 20 minutos”: vecindarios en los que sus residentes no tengan que andar ( o moverse en bicicleta) más de 20 minutos para satisfacer la mayoría de sus necesidades diarias.

Esta iniciativa forma parte del Plan de Acción por el clima y tiene como objetivo que, en 2030, el 90 % de los habitantes de Portland puedan hacer todos sus recados caminando o paseando en bici. De ser así, se convertirá en una ciudad más saludable, más sostenible y, de paso, ahorraría unos 850 millones de dólares al año.

El pulmón de las ciudades son los tejados

Toronto, desde hace ya un tiempo, luce el verde en sus tejados. La ciudad canadiense aprobó hace más de 6 años una normativa que obligaba a todos los edificios de más de 2.000 metros a vestir sus azoteas de vegetación. Un proyecto con miras a reducir las emisiones de CO₂ y que supone para los propietarios de sus edificios un ahorro anual estimado en 1.5 millones de kWh.

Copenhague se ha unido a esta iniciativa por la sostenibilidad con el fin de llegar a ser carbono neutral (cero emisiones netas de CO₂) en 2025 y ya exige a los dueños de edificios nuevos a implantar algún tipo de plantas en sus tejados.

Y el séptimo día descansó… del coche

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“Los domingos sin coche” es la propuesta de la ciudad de Yakarta desde hace más de 10 años para liberarse, al menos por un día, del tráfico que asfixia la ciudad. Una vez por semana la ciudad prohíbe la circulación de los vehículos privados por las vías principales para incentivar el uso del transporte público y la bicicleta, y promover el ejercicio físico al aire libre.

Alquitrán de plástico reciclado

Qué hacemos con los plásticos que generamos es la gran cuestión del siglo XXI. Y parece que todas las respuestas apuntan a la economía circular: reducir, reusar, reciclar. En el Reino Unido nos encontramos con una interesante propuesta en forma de carretera.

El asfalto convencional que todos conocemos está formado por rocas y arenas mezcladas con betún. Una empresa escocesa ha construido una carretera en la que parte de esa mezcla está formada al 100 % por residuos reciclados. Los coches ya pueden circular por ella y, si la prueba piloto resulta eficiente, el Reino Unido se ha comprometido a seguir implementado este tipo de vías mucho más sostenibles.

Vigilar cada litro de agua

Según datos de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS), aproximadamente el 23 % del agua potable que se gasta en España no se registra en los contadores de las ciudades. En la ciudad española de Burgos ya se trabaja para atajar este problema, ¿cómo? Con un sistema inteligente donde los contadores domiciliarios monitorean en remoto los consumos de cada usuario y una red de sensores controla en tiempo real la calidad del agua, ya sea detectando una fuga o cualquier irregularidad en la calidad del agua. Esto supone no sólo un gran ahorro de agua, sino una mejora incalculable en su gestión. 

Edificios que aprenden a ser eficientes

Madrid es otra de las ciudades españolas que ha pisado el acelerador de la sostenibilidad. Su iniciativa de Madrid Central, activada a finales de 2018, supone enormes restricciones de tráfico en el núcleo urbano para los coches que más contaminan.

Ahora les llega el turno a los edificios. Enmarcado en su plan de calidad del aire y del cambio climático, la capital española implantará un sistema que mejorará la eficiencia energética de 400 edificios públicos, colegios, polideportivos, centros sociales… Este sistema, con la ayuda del Big Data y el Machine Learning podrá recopilar los datos del consumo energético de todos esos edificios y ajustar el funcionamiento de los equipos para optimizar cada vez más su rendimiento. Eso supondrá un ahorro de emisiones a la atmósfera y, por tanto, una ciudad más limpia.

Una ciudad para disfrutar de la calle

En Pontevedra hace muchos años que decidieron que la ciudad es de las personas. Desde 1999 cuentan con un plan de recuperación de los espacios públicos en el que los peatones son los protagonistas: obras de accesibilidad, creación de espacios especialmente diseñados para los niños, peatonalización de las calles más comerciales…

El resultado es evidente. Durante todos estos años, la ciudad gallega ha reducido más del 60 % sus emisiones contaminantes y ha logrado que haya 0 muertes de peatones en sus calles.

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